“Ya comienza el festival, vinieron a invitarme, ya se van los provincianos que estudian conmigo, ayer tarde que volvieron preferí negarme, pa' no tene que contarle a nadie mis motivos…” Rafael Manjarres Mendoza.
Antes, oír esta clásica melodía interpretada por Poncho Zuleta hace 21 años en la tarima Francisco el Hombre y en plena competencia del Festival Vallenato, era traer a la mente tanta inspiración, tantos personajes, tantas memorias sonoras… ‘Ausencia Sentimental’ trae consigo el recuerdo de Consuelo, Juancho Polo, Rafa Escalona… ¿por qué no? El recuerdo de tantos festivales que sólo son dignos de una tarima, un escenario mágico donde hasta un hombre puede revivir la leyenda y derrotar al diablo interpretando majestuosamente el ‘Arrugao’ o el ‘Acordeón’ como así dicen ‘los de la nevera’: los cachacos.
Para revivir tanta magia y sentimiento, hoy ya no es necesario recurrir al pasado y menos viajar directamente a la tierra del Cacique Upar. Basta con ir a Soacha en Bogotá, donde a veces aparecen en parrandas vallenatas personajes tan interesantes que ya no hacen duelo con el diablo, pero si con la excelencia, la alegría y, la interpretación de los cueros, la caja, guacharaca y el acordeón. La tan reconocida y respetada ‘trilogía vallenata’.
Son las 6:30 de la tarde del 9 de septiembre, y en la casa del Toba Zuleta todos ya se alistan para salir a celebrar un cumpleaños. El atuendo del ‘Toba’ es camisa, jeans y un sombreo vueltiao que dice le costó 180.000 mil pesos y que lo compró en el último Festival Vallenato en el pasado mes de abril.
A las 7:40 p.m. recibe la llamada de su acordeonero, quien le dice: “los músicos están preparados, los instrumentos afinados, solo falta a que el ‘Toba’ prenda la fiesta”. Hablan durante unos 6 minutos de dinero, de tiempo y de lo que van hacer después del compromiso musical. Al colgar el teléfono el ‘Toba’ busca las llaves, se arregla la chaqueta y se dispone a salir. Camino a Soacha, en un Swift modelo 93 se escucha la nueva canción de Silvestre Dangond, ‘Muchacha Bonita’ y la tararea: “ay, ella es tan bella, es como ella, eso está en ella, ay, no pierdo el tiempo, vivo en la calle, solo pa' ve’ la” . Así va, por todo el camino coreando esta canción, con el sentimiento que únicamente le imprimen los colombianos a sus melodías.
Cuando llegamos al lugar previsto para homenajear a la cumpleañera hay un antes y un después. Primero, como todo buen artista,el ‘Toba’ habla con sus músicos, prepara la canción con la que abrirán la presentación y cuadran los instrumentos .En el ambiente ya se siente ese orgullo carnavalesco, que estos artistas de la costa lucen y muestran con altivez, pero es una altivez de la buena, son costeños, morenos, tienen un acento suelto, alegre, des complicado -como el de las canciones del difunto Enrique Martínez el ‘pollo vallenato‘apaaaa, eaaaaaaaaa…hombeeeeeeeeeeee.
Preparada la canción con la cual el dúo va a iniciar el toque vallenato. Efraín el acordeonero toma su instrumento y lo lleva a su pecho. El ‘Toba’ calienta la voz y uno a uno van entrando al improvisado escenario, que se encuentra en la sala de la casa de la cumpleañera: Primero cantante y después acordeonero ingresan a la casa de Liliana Marcela Medina. Serian ya las 12:30 de la noche; el novio impaciente por que los músicos no llegaban, solo deja ver en su rostro esa alegría del deber cumplido, y le comenta a su novia tocándole el hombro “como diría el mismo Diomedes Días: si alguien te pregunta que era esa bulla, que andaba a media noche turbando el silencio, le dices que era yo lleno de sentimiento, que siempre me aparezco en cualquier momento, a visitar el barrio sólo en busca tuya.“ .Suena el primer acorde, la primera melodía con todo el sentimiento posible, se reúnen en ese instante las correrías del Guatapuri, las añoranzas de Escalona, los sueños de la Cacica y la entonación del mayor de los instrumentos en esta trilogía, el acordeón.
Inicia la presentación con la canción Tu Cumpleaños del Cacique Diomedes y, todos los acompañantes a la reunión entonan fuertemente el coro“Por qué hoy esta cumpliendo años lo que mas quiero y estoy repleto de felicidad, que hasta me han dado ganas de llorar, gracias a Dios por que has cumplido un año más…”. Pasada la una de la mañana trago viene y trago va, todos en la fiesta están alegres. Los músicos están compaginados con la alegría de la gente, de pronto uno de los asistentes a la fiesta de lejos grita “una puya…una puya…una puya”.
No deja esto de causarme asombro, pero así es, en la madrugada de la fría Bogotá alguien pide que se traiga desde la vena mas sentida del festival de la Leyenda Vallenata ,a uno, de sus géneros mas especializados, la ‘Puya Vallenata‘: Un ritmo que requiere màs agilidad y concentración por parte del acordeonero, a su vez, es mas rápido y su interpretación invita al publico a un momento de alegría y ‘solladera‘como dice el ‘Toba‘…La canción a tocar se llama ‘me dejo solito‘, de la autoría de otro grande del vallenato Jorge Celedon. Y así, empieza la parranda.La cumpleañera baila sin parar, el acordeonero no deja de tocar los bajos de su preciado instrumento, entra el cajero, hace su presentación majestuosa, luego el guacharaquero y juntos hacen parte viva de la leyenda; pero también hacen parte de la preparación del manjar más delicioso que sólo el oído puede saborear. Por un momento no son cuatro los músicos en escena, sino que son, solo uno en perfecta armonía, con las notas majestuosas que salen de sus diferentes instrumentos.
La atención ahora se concentra en la cumpleañera,está llorando, y así entre una catarata de alegría, se acerca al centro de la sala, y sentidamente le agradece a todos los presentes su compañía, repasa unos pasos de su vida y ahora sonríe continuamente, abraza uno a uno a todos los asistentes y por ultimo se acerca al acordeonero y le pide que toque un pedazo de una canción que le gusta mucho. Son casi las 2:30 de la madrugada. El ‘Toba‘continua coreando melodías infinitas contagiadas de sentimiento, de historia, de anhelos…“Barranquilla, ciudad de cantores, de vallenatos y de acordeones ella adorna tus calles, decíle que le deseo que sea feliz”…
El grupo hace un agradecimiento a la cumpleañera, a sus amigos y familiares, también al Dios que desde el cielo les regalo el don, para hacer del folklor vallenato una expresión máxima de la cultura colombiana.
De fondo suena la canción clásica del maestro Escalona ‘Jaime Molina‘. De repente, tres toques fuertes a la caja: ya con esta nos despedimos dice el artista, y finaliza con la canción que le dedica Andrés a Marcela. Andrés el autor de esta serenata, quien por cierto, no pronuncio palabra en toda la madrugada solo se le vio sonreír, tomar ron y cambiarse de sombrero varias veces, uno con rayas negras y blancas y otro volteao.
La oscuridad de la noche se va despidiendo y le ha dado paso a un nuevo día. En el centro de la sala Andrés y Marcela juntos como un conjunto de quietud y composición. Bailan entre giros y abrazos aquel vallenato que hizo famoso a Carlos Vives…quien no lo recuerda…quién no recuerda a ese amor sensible… “Tanto te quiero que pienso, sin saber lo que he pensado, nos acariciamos y luego, sólo sé que yo te amo” ¿Pa' qué cantar al sufrimiento?, cuando el amor sufrir no deja.
El “Toba” y su grupo salen triunfadores, esta noche nadie tuvo que viajar hasta la tierra de la butifarra y la carne desmechá. Esta noche ‘el galán’ del vallenato, el acordeón, hizo lo suyo; alegro corazones, entono himnos, repartió dedicaciones y como buen poeta hablo a la madrugada. Terminada la parranda en mi mente corría una sola pregunta ¿Fue el lenguaje de la música o fue el lenguaje del amor quien hablo esta noche? Lo cierto es que se olvidaron penas y se cambiaron góticas de dolor por notas de acordeón.
Por: Diana Montañès Corredor.